jueves, 22 de noviembre de 2007

Avanza a Salta (dos casilleros).

Los dados siguen girando, y por ahora eludimos el calabozo. La oca está como loca (lo siento, no podíamos evitar la rima).
Bueno, la última entrada nos quedó sin cola, como el cuis. No había mucho por agregar entonces, así que optamos por cerrarla donde estaba, y en ésta suturamos el tajo (metáfora dirigida al simposio médico familiar).
De la sección Tafí del Valle nos quedó pendiente la visita al Mollar, localidad vecina, distante siete kilómetros del campamento base. Hicimos el camino a pie, guiados por la ya emblemática figura del Metal, ese día muy parecido al David Carradine de Kung Fu. Con la vista en el piso, buscamos piedrecillas con que confeccionar preciosas alajas en macramé.




También tuvimos tiempo de detenernos a sobar los lomos de algunos animalejos, y no faltó una visita al pequeño cementerio del Mollar, ubicado al pie de un cerro. Nos llamó la atención el contraste con la aridez del entorno. El lugar podría ser lúgubre, u oscuro, y sin embargo aquí la muerte tiene sus colores.


Después de un fin de semana afortunado en la venta, seguimos viaje para Amaicha.


No nos fue tan bien con el dedo: Sólo Maipa logró un aventón (queríamos utilizar esta palabra desde hace mucho tiempo, sabrán entender...). Los tres dedos restantes permanecieron en la ruta, hasta la llegada, cerca de las ocho y media de la noche, de un colectivo de línea que cruzó el sinuoso camino de montaña, entre cardones y peñascos.

Doña Juana nos recibió en su humilde camping. No sólo nos facilitó el patio para acampar, sino que también nos abrió las puertas de su corazón, desplegando frente a nosotros, con sumo detalle, los pormenores de una reciente separación. Sólo decir - no es cosa de caer en chusmeríos- que el ex marido, muy chaparrito él, vivía a escasos quince metros de la chilena Juana, por lo que tuvimos oportunidad de presenciar algún que otro intercambio de ideas entre ellos. Sublime, por cierto.

Como si lo anterior fuese poco, Maipa logró hacer su radiografía del simpático personaje, y ahora deleita al resto del grupo con un refinado acento trasandino, que deja la impresión de haber expandido la comitiva a cinco integrantes, en lugar de cuatro. (¡Ya!).



En un día redondo, salimos de Amaicha a dedo hacia las ruinas de Quilmes. Los cimientos reconstruidos de una ciudad al pie de un cerro, en la que habitaron, en su época dorada, entre seis mil y ocho mil quilmes. Es trágico el final de este pueblo, que luego de una larga resistencia a la conquista española, y ante la inminencia de la derrota, en la batalla final decidió, casi en su totalidad, morir antes que ser esclavos: las mujeres, con sus hijos en brazos, y muchos de los hombres que quedaban, se lanzaban desde el cerro. Los que sobrevivieron fueron obligados por el gobernador colonial de Tucumán, Mercado y Villacorta, a caminar hasta la provincia de Buenos Aires, muriendo muchos en el camino. Pocos años después, habían desaparecido todos los quilmes puros.
La planta del pueblo, con sus habitaciones comunitarias y sus silos, protegida por una muralla de piedras, y dos atalayas desde los que se observa todo el valle, es impresionante. En el centro de la planta, un observatorio astronómico que deja constancia de las avanzadas inquietudes científicas del pueblo quilmes, bajo la influencia del imperio incaico. Más de quinientos años después, en ese mismo lugar, recibíamos la llamada de Josechu en el celular de Maipa. La elipsis está servida. Un Kubrick ahí, por favor.


Hoy, junto a las ruinas, cuya administración reclaman por derecho quince comunidades indígenas de la zona, una empresa construyó un Hotel-Resort, que embellece el paisaje con su cuidada pileta, y desde cuyo solarium, cualquiera que pueda pagarlo, puede tener el privilegio de broncearse, mirando distraídamente hacia el Cerro alto del Rey.

De Quilmes a Cafayate, en una pegada monumental, dos autos nos levantaron por parejas, y no tuvimos que hacer dedo más que un rato.
No hay uno de nosotros cuatro que no se haya quedado enamorado de Cafayate: un pueblo prolijo, pintoresco, en el que la gente camina con calma y una sonrisa permanente. Encima, paramos junto a los viñedo de la bodega Domingo Hermanos, cuyo tinto probamos religiosamente en una choripaneada nocturna.


Tres días estuvimos en Cafayate, haciendo y vendiendo más pulseritas, y profundizando con método nuestro incipiente ipismo. No tenemos hipo; somos ipis. ¡No al E-330!


En colectivo, llegamos hasta la Garganta del Diablo, donde estuvimos tirando el paño y pasando sed desde el mediodía hasta las seis y media de la tarde. No fue mala la experiencia: conocimos la Garganta y el Anfiteatro, que son impresionantes como todo el resto del valle.

A la tarde, como nos había prometido temprano, Esteban y su familia nos pasaron a buscar de regreso a Salta, y nos cargaron en la caja de su camioneta. No era grande el lugar, vamos a decirlo, y tuvimos que acomodarnos como pudimos, con mochilas, guitarra y la macrocefalia de algunos de nosotros que no viene al caso nombrar....
El trayecto duró un par de horas, en las que el vientito tibio de los valles resultó sumamente agradable... y premonitorio: Salta nos recibió con lluvia copiosa. Nobleza obliga: nos dio tiempo a armar las carpas, con adaptaciones de varillas incluidas (¡pero qué simpática la empleada de Pehuén, válganos el cielo!, ¡cuánto la queremos!).
Así terminó nuestra primera noche en suelo salteño, amuchados bajo un tinglado que en el camping municipal se empeñan en llamar "quincho", junto a un pequeño grabador que cantaba a los gritos una cumbia zumbona, propiedad de un muchacho algo afectado por la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas, obsesionado en manifestar una y otra vez su deseo de ser feliz. Un momentito exquisito, con el que La Linda quiso agasajar nuestra bienaventurada llegada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA CHICOS ME LO HE PASADO BOMBA CONVUESTRO BLOGGG¡¡ LO HABIA VISITADO CUANDO ESTUVIERON AQUI VUESTROS VIEJOS Y HOYME ENCUENTRO CON UN MONTON DE MATERIAL BUENISIMO
COMO VEO NO HAN CAMBIADO NADA SON LOS MISMOS DESOPILANTES DE SIEMPRE SOLO QUE CON BUENOS REFUERZOS ES GENIAL SEGUIRLOS UN ABRAZO Y MUCHA SUERTE CON ESOS DEDOS HA¡¡¡QUE NO SABEN QUIEN SOY COMO QUE NO?

maipa mari santi nico dijo...

Seras Luis, o su pequeño hijo Martin? Seras lo que debas ser o seras rotulero! Quien sos????